El Mercado de Juchitán 3 de 3

-Soy Fulvia de Gives de Valencia, ¡porque soy casada! –repuso, sin que yo, aparentemente notara la forma de su respuesta… 

En mi interior, elogié a la mujer, después de haber admirado a la hembra. Desde el inicio que no era más que una fútil curiosidad, la mujer se revelaba fiel a “su hombre” ¡Me agradó su gesto, no cabe duda!... 

Y sin más, pedí el precio de la mercadería, cubriéndolo inmediato. No tuve valor para volver a mirarla, se me figuraba que la ofendía sin desearlo. Y preferí deambular por el curso del mercado llevándome un girón de colores sobre el hombro: la toalla… 

Me fui, hasta llegar a los lambimbos del jardín, me recargué en una banca de granito y pedí un refresco de tamarindo… 

Hacía un calor intenso, la arena quemante, formaba marco inferior a un escenario ocre, sombreado de verdes ramas: el Palacio de Juchitán, la sombra de los lambimbos, la arquería del mercado y una mujer que con su nombre, detenía cualquier posible insinuación ¡porque era casada!...

Por la tarde regresé de nueva cuenta, porque era el paso obligado para ir y venir del centro. Relaté a un camarada lo acontecido quien, médico y conocedor de los lugareños me expuso: “sí, así hay mujeres por aquí y en todas partes… 

Esa mujer está casada con un borrachín sin oficio, más tarde le verás llegar al puesto a ver cuánto se ha vendido”.
En efecto, no había transcurrido más de media hora, cuando me señalaron a un hombre que se acercaba lenta y trabajosamente al puesto de Fulvia; recogía los canastos grandes y a poco, se empinaba sobre el cajón de la venta haciendo corte de caja. Pasó una hora o más. No se me quitaba de la mente aquel cuadro… 

Ya entrada la noche, la pareja ocurrió por el parque. El “hombre” caminaba adelante, la vista perdida, de andar cansino. Atrás venía ella, como una reina criolla, con sus ojos negrísimos, un poco triste… 

En el olán de su falda, prendíanse las diminutas arenas de la calle…

Gonzalo Hernández Zanabria

PD: El autor vivió 60 años con una mujer del istmo de Tehuantepec; de Chihuitán, al oeste de Ixtepec; Jovita Torres Gutiérrez con quien procreó 2 hijos: Gonzalo y Georgina; ella, Jovita, lo acompañó hasta su último suspiro a los 102 años

GHT

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