El Cristianismo
El punto de vista cristiano original, ortodoxo, era que el hombre fue creado perfecto, inocente, tonto y feliz, y que vivía desnudo en el Jardín del Edén.
Vino después el conocimiento y la sabiduría, y la Caída del hombre, a la cual se deben los sufrimientos del hombre,
notablemente (1° ) trabajarás con el sudor de tu frente, para el varón, y (2° ) los dolores del parto, para la mujer.
En contraste con la inocencia y la perfección originaria del hombre, se introdujo un nuevo elemento para explicar su actual imperfección, y ese elemento es, claro está, el Diablo, que trabaja sobre todo a -través del cuerpo, mientras su carácter más elevado trabaja por el alma.
No sé cuándo se inventó el "alma" en la historia de la teología cristiana, pero esta "alma" llegó a ser un algo más que una función, una entidad más que una condición, y separó decididamente al hombre de los animales, que no tienen almas dignas de salvar.
Aquí se detiene la lógica, porque el origen del Diablo tuvo que ser explicado, y cuando los teólogos medievales procedieron con su acostumbrada lógica escolástica a encarar el problema, se vieron en un aprieto.
No les caía muy bien admitir que el Diablo, que era No-Dios, viniera de Dios, ni podían convenir muy bien en que en el universo original el Diablo, un No-Dios, fuera co-eterno con Dios.
Por eso, desesperados, convinieron en que el Diablo debió ser un ángel caído, lo cual viene a plantear la cuestión del origen del mal (porque debe haber habido aun otro Diablo que tentara a este ángel caído), y esto es, por ende, poco satisfactorio; pero tuvieron que dejar las cosas así.
No obstante, de todo ello resultó una curiosa dicotomía del espíritu y la carne, una concepción mítica que todavía hoy predomina bastante y es poderosa en cuanto afecta a nuestra filosofía de la vida y nuestra felicidad.
Vino después la Redención, que derivaba aún del concepto corriente del cordero de sacrificio, y que se remontaba todavía más, a la idea de un Dios que deseaba el olor de la carne asada y no podía perdonar si no se le daba algo.
En esta Redención se encontró de un golpe el medio por el cual se podían perdonar todos los pecados, y así se halló de nuevo un camino a la perfección.
El aspecto más curioso del pensamiento cristiano es la idea de la perfección.
Como esto ocurrió durante la decadencia de los mundos antiguos, surgió la tendencia a acentuar la postvida, y la cuestión de la salvación reemplazó a la cuestión de la felicidad, o de la vida misma.
La noción era la de cómo salir con vida de este mundo, un mundo que aparentemente se hundía en la corrupción y el caos, y estaba condenado.
De ahí la agobiante importancia asignada a la inmortalidad.
Esto representa una contradicción de la historia original del Génesis, donde se lee que Dios no quería que el hombre viviera siem pre.
El relato que hace el Génesis de la razón por la cual Adán y Eva fueron echados del Jardín del
Edén no dice que fue por haber comido del Árbol del Conocimiento, como se concibe popularmente, sino por temor de que desobedecieran por segunda vez y comieran del Árbol de la Vida y vivieran para siempre:
El Árbol del Conocimiento parecería estar en el centro del jardín, pero el Árbol de la Vida estaba cerca de la entrada oriental, donde, por cuanto podemos saber, todavía se hallan los querubines para evitar la aproximación de los hombres.
En suma, todavía hay una creencia en la depravación total, en que el goce de esta vida es pecado y maldad, en que para estar cómodo hay que ser virtuoso, y que en definitiva el hombre no puede salvarse sino por un poder mayor y externo.
La doctrina del pecado es todavía la presunción básica del Cristianismo, como se le practica en general hoy, y los misioneros cristianos que tratan de lograr conversos comienzan en general por llevar a quienes quieren convertir la impresión de una conciencia del pecado y de la maldad de la naturaleza humana (que es, claro está, el sine qua non para la necesidad del remedio primario que tiene guardado el misionero).
En suma, no se puede hacer cristiano a un hombre antes de convencerlo de que es un pecador. Alguien ha dicho con cierta crueldad: "La religión en nuestro país se ha reducido tanto a la contemplación del pecado, que un hombre respetable ya no se atreve a mostrar la cara en la iglesia."
Lin Yutang
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